Redacción.- Ari y Andrey Bonilla son los gemelos más conocidos en el mundo del boxeo, ellos son los chihuahuenses de tan sólo 17 años y a su corta edad comparten más que un cumpleaños, ambos hermanos son los actuales campeones mundiales juveniles, Ari lo consiguió en el 2022 y Andrey en el 2023.
Más allá de los títulos, esta semana Ari y Andrey sólo representan a su estado, ambos pelean por Chihuahua en el Festival Olímpico de Boxeo que se lleva a cabo en el municipio y sin duda, también llegaron a León para subir a lo alto del pódium.
Los dos jóvenes fronterizos llaman la atención desde que llegan a la sede el resto de los participantes, entrenadores y aficionados, conocen la historia de los chihuahuenses y no dudan en detenerlos para pedirles un autógrafo o una fotografía, a lo que ambos acceden amablemente.
Para los hermanos Bonilla ser campeones es sólo una responsabilidad más, por ello sus días comienzan siempre a la 6 de la mañana, «Todos los días salgo a correr y a prepararme, desde que estuve concentrado en el Centro Nacional de Alto Rendimiento (CNAR) aprendí esa rutina y la mantengo”, dijo Ari.
Añadió que su sueño es realmente dejar un legado en el boxeo mexicano “entreno todos los días con ese pensamiento quiero dejar algo bueno en la historia del deporte en México, ya fui campeón del mundo pero ahora quiero serlo en una categoría mayor”, agregó.
Recordó cómo fue aquella noche previa al título, “esa noche yo veía la lista y le preguntaba a mi hermano si creía que fuera posible que fuera campeón y él me decía que estaba haciendo historia con cada pelea que ganaba, pero no me centraba en eso, yo sólo iba a pelear y ya cuando gané la final y tenía la medalla de oro sentí algo muy bonito”.
Ese 2022, Ari fue campeón, pero Andrey terminó en quinto lugar, “En España tuve una competencia muy difícil, quedé quinto a nivel mundial, estaba muy triste porque al igual que mi hermano, quería hacer historia y me quedé a un paso; pero al mismo tiempo estaba feliz porque tenía al número uno en mi casa, dormía con él, entrenaba con él, el número uno es mi hermano y eso me hacía muy feliz”.
Ari, reconoció el talento de su hermano, “él tiene muchas habilidades, es en muchas cosas, mucho mejor que yo, sé que tiene un carácter fuerte y por ello le ‘picaba’ el orgullo y le decía que si yo había podido él también podía”.
Y Andrey asegura que ese apoyo fue lo que le ayudó a lograr el objetivo “sabía que si mi hermano había podido ser campeón yo también podía y ahora los dos somos campeones del mundo” y como dos rayos que caen en el mismo lugar, la familia Bonilla sabe orgullosa que tiene a los últimos dos campeones juveniles del mundo.
“Nosotros iniciamos desde abajo, desde los barrios y estar ahí, con los mejores del mundo, era una satisfacción muy grande y un ejemplo de que los sueños se cumplen”, añade Andrey.
A pesar de compartir edad Ari y Andrey no han peleado ni pelearán, tienen muy claro que no hay posibilidad alguna de que se enfrenten arriba de un ring y si eso llegara a pasar al unísono contestan “no peleamos” y bromea Andrey asegurando que tendrán que echarlo a la suerte en un volado para decidir quién gana esa pelea, algo que habla de amor de hermanos y que juntos se apoyan para ser los mejores.
Por lo pronto, están disfrutando de la ciudad, pero sobre todo, del reconocimiento de los aficionados al box y sus compañeros que ya los consideran unos héroes a su corta edad.