León, Guanajuato.- Los más de mil futbolistas y entrenadores que buscan el título nacional de la Copa Telmex Telcel vivieron una experiencia única la noche del 4 de noviembre en León, Guanajuato. Lejos de la tensión de la competencia, los 34 equipos participantes en la categoría varonil disfrutaron de una velada de lucha libre profesional en el Parque Deportivo Enrique Fernández Martínez, donde el espectáculo del pancracio mexicano les ofreció un respiro antes de la gran final.
La organización del torneo preparó una función especial que reunió a algunas de las figuras más emblemáticas de la lucha libre mexicana. Entre los íconos que subieron al cuadrilátero destacaron Mascarita Sagrada, Octagoncito, Mini Histeria, El Hijo del Solitario, Electroshock, Tinieblas Jr. y Tinieblas 3G, además del carismático «Duende Azteca» Alushe. La presencia de estas leyendas despertó una grata nostalgia entre los asistentes, quienes no dudaron en apoyar a sus luchadores favoritos sin importar si pertenecían al bando rudo o técnico.
La lucha estelar mantuvo al público al filo de sus asientos con una dinámica que involucró directamente a los futbolistas. El Hijo del Solitario y Electroshock, representando al bando rudo, llegaron incluso a «castigar» a algunos jugadores entre las gradas. Sin embargo, los técnicos no se quedaron atrás y tomaron revancha de manera espectacular al invitar a varios futbolistas a subir al ring y usar el cinturón de Alushe para desquitarse de sus rivales. Al final, los técnicos se llevaron la victoria y el reconocimiento del público entusiasmado.
La semifinal también resultó en triunfo para los técnicos, con una actuación memorable de Pentagoncito, Mini Psicosis, Mini Rey Misterio y Mascarita Sagrada, quienes conquistaron al público con su agilidad, técnica y carisma. En contraste, la primera lucha de la noche favoreció a los rudos, cuando Volcán y Murder Kay Jr. impusieron su poder sobre Kabuki y Cosmos.
La velada cerró entre ovaciones, sonrisas y fotografías que inmortalizaron una noche distinta para estos competidores. Más allá del resultado en el cuadrilátero, el verdadero triunfo fue ofrecer a los futbolistas un momento de esparcimiento que combinó el espíritu deportivo con la pasión y el colorido espectáculo de la lucha libre mexicana, una tradición que sigue cautivando a generaciones enteras.






